domingo, 13 de marzo de 2011

La penumbra del color



La penumbra anuncia, enmarca y, paradójicamente, alumbra.
Es luz y oscuridad del color. Dice el poeta: esa sombra que soy en el azul de la mañana. Emotividad de la mirada que se vuelve frase. Es así, el color es una sombra de nuestros ojos.
Sucede también en la ilustración, la penumbra, que envuelve el aire (la idea tan poética de la doble naturaleza de la partícula que se modifica solo a través de alguien que la mira), le da un peso dramático y la convierte en atmósfera, pero también indica el sigilo de quien mira, sonoridad del tacere. Por eso la paleta de color con una sola base de donde surge el color acento, porque debemos siempre la penumbra. Este criterio posibilita la significancia del color, de escribir con él cualquier significado, justamente esa parte humana que solo la luz tiene. Esta idea le devuelve al color pigmento su valor luz, es decir, cuando a una serie de colores los velamos con un color particular, los colores se unifican y emerge la atmósfera del tono, como si en realidad fueran bañados por una luz azul. Físicamente esto sucede así en nuestro ser, en el mundo, es la cualidad de las veladuras en la pintura, de la luz que tiñe cualquier color, de esa sombra que no dejamos de ser.